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Opinión

Archivo Confidencial | La enfermedad de Hybris

POR ARMANDO VÁSQUEZ A.


En la séptima carta enviada por Dante Delgado a López Obrador en agosto del 2022, le escribió:

“Sé que tienes una animadversión hacia la ciencia, a la academia, al pensamiento, pero hoy más que nunca se vuelve necesario regresar al conocimiento. Te recomiendo leer a David Owen, uno de muchos autores que han trabajado el concepto de la Hybris, la enfermedad del poder, para explicar la sinrazón con que actúan algunos gobernantes.

“Owen dice que la enfermedad tiene estos síntomas: narcisismo, frivolidad, vanidad, grandilocuencia, absolutismo, autoelogio, pedantería, omnipotencia, megalomanía, arrogancia, impulsividad, aislamiento, obstinación, incompetencia. Basta escucharte en una mañanera para darse cuenta que tienes todos, que la Hybris se apoderó de ti y acabó con el personaje que construiste cuando eras candidato”. https://bit.ly/3YyFoRl

El Síndrome de Hybris es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y desprecio hacia las opiniones de los demás. Es un concepto griego que significa ‘desmesura’ que, además, se enraíza principalmente en el político, (aunque es válido para dirigentes de todo tipo que se suben al ladrillo) y que se llega a sentir iluminado, tocado por Dios y que sí, busca perpetuarse en ese nicho de alguna manera.

En el libro de 516 páginas “En el poder y en la enfermedad. Enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años”, (una probada https://bit.ly/3DyPMQZ ) su autor, David Owen, médico neurólogo y político inglés, fundador del Partido Social Demócrata británico y quien durante casi 30 años fungió como representante popular en la cámara de los lores, fue ministro de algunas carteras, rector de la Universidad Liverpool, negociador internacional y un largo etcétera que lo colocan a sus 84 años como una leyenda en esto de la sintomatía de quienes hacen política.

Owen subraya el elevado número de cuadros depresivos que sufrieron importantes políticos (antes o durante el desempeño de sus cargos) como Theodore Roosevelt, Nikita Khrushchev, Winston Churchill, Richard Nixon, Lyndon Johnson, o Benito Mussolini, por citar sólo algunos.

A estas dolencias añade la “Hybris”, enfermedad que, sin estar clínicamente demostrada, sirve para explicar algunas de las controvertidas actuaciones adoptadas por políticos como Tony Blair o George W. Bush.

Así la define el autor: “Al observar a los dirigentes políticos, es factible notar su pérdida de capacidad. El éxito les hace sentirse excesivamente seguros de sí mismos y desprecian los consejos que van en contra de lo que creen, o en ocasiones toda clase de consejos, y empiezan a actuar de un modo que parece desafiar la realidad misma”.

Una característica de la Hybris es la incapacidad para cambiar de dirección porque ello supondría admitir que se ha cometido un error. La fuente del autoengaño es la estupidez consistente en evaluar una situación en términos de ideas fijas preconcebidas mientras se ignora o rechaza todo signo contrario. Quienes les critican, lo cual odian, pasan a ser enemigos personales. establece que el rival debe ser vencido a cualquier precio.

Cuando el orgullo pierde su freno –la humildad–, se da un paso más hacia un cierto género de locura: la embriaguez del poder. Se desquician, desdeñan cualquier punto de equilibrio externo –desde la preconizada por la prensa o su gabinete que le dice sus verdades–, y se convierten en dirigentes despóticos, donde no hay controles democráticos y son escasos los mecanismos internos, aparte de un golpe de Estado para destituirlos, a menudo es poco lo que se puede hacer.

Maneja Owen que las enfermedades en este tipo de personajes se convierten en una debilidad que no deben dar a conocer al público y predomina el secretismo y la mentira. En algunos casos, como el de Anthony Edén y Kennedy, la medicación influyó considerablemente en la lucidez de sus decisiones.

Los afectados de Hybris padecen lo que psicopatológicamente se llama desarrollo paranoide: “Todo el que se opone a él o a sus ideas son enemigos personales, que responden a envidias”, en su narcisismo no soportan que se les ignore, necesitan tener el control absoluto, suelen rodearse de un enjambre de oportunistas, arribistas y aduladores que refuerzan su ego y le generan una sensación de endiosamiento. Siempre requiere ser admirado de forma excesiva.

Se creen indispensables, únicos, no se equivocan ni piden disculpas, para todo tienen un razonamiento de autodefensa, sólo responden a meros caprichos o impulsos sin base racional. Es un convencido de la rectitud de sus propuestas ignorando los costes y consecuencias. Su inquietud le lleva a ser impulsivo y a cometer actos de imprudencia.

Hybris le desencadena el poder y lo potencia el éxito. Su enfoque personal es exagerado aun cuando el tema sea una simpleza, tiene un grandioso sentido de autoimportancia. La pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor. Carece de empatía. Es interpersonalmente explotador. Sufre un alejamiento progresivo de la realidad. Cree que no debe rendir cuentas a sus iguales, colegas o a la sociedad, sino a cortes más elevadas: la historia o Dios

Vale la pena leer el libro.

EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.

***

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…

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